sábado, 17 de mayo de 2008


Veo los resúmenes semanales de noticias y la sensación que me invade es de tristeza. Tristeza antes la gravísima degradación social a la que se enfrenta un país que estaba destinado a ser faro del mundo. Veo al matrimonio presidencial en un acto partidario hablando de conciliación, de estar unidos y dentro del mismo estadio a dos facciones enfrentándose a palos entre sí. Veo a una horda adiestrada para el combate luchando cuerpo a cuerpo por vaya uno a saber que vieja disputa. O quizás sea por un pedazo más grande del pastel, o por Salir más cerca del presidente o la presidenta en la foto.


Veo jóvenes que a la salida de la bailanta se trenzan a puñetazos y hablan de ser “chorros” y matar a los “antichorros”. Son todas imágenes dantescas (del infierno de Dante), decadentes, patéticas. Imágenes de un país que, a fuerza de gobiernos infames, ha trasvasado todos los límites de civilidad. Son imágenes de un país, que en las últimas décadas, se ha afanado por destruir el sistema educativo en pos de lograr una masa de idiotas. Cuando no hay cultura, cuando no hay educación es más fácil idiotizar que educar. Eso es lo que ha pasado aquí. Basta encender el televisor para ver la marea de “idiotizantes” que día a día consumen nuestros chicos. Se nos muestran discusiones superfluas, imágenes burdas de mujeres al borde del desnudismo, debates sobre si tal o cual le fue infiel a su marido o si fulanita se arreglo la cola por cirugía estética.

Toda esa fantasía que se nos vende tapa los problemas reales de una sociedad en estado terminal. Tapa a los miles de chicos que revuelven la basura para comer, tapa a nuestros hermanos que se mueren de hambre, literalmente, en las provincias del norte, tapa un estado de violencia generalizada que está a flor de piel.

Nuestros políticos, fiel reflejo de la sociedad que los crio y llevo al poder, viven cegados por sus propios delirios, creen que su mediocre verdad está por encima de la verdad del pueblo. Creen que su verdad es de origen casi divino y debe aplicarse a como de lugar. Están tan cegados que no pueden ver la realidad, no pueden ver lo que sucede.

Veo algunos líderes del campo que empezaron haciendo su reclamo en forma humilde y hoy, dos meses después, hablan igual que aquellos a los que critican. Vamos a un conflicto fratricida que se viene gestando desde hace décadas. Es justa aquella frase que dice que “todo arde si se aplica la chispa adecuada” aquí solo falta eso, la chispa adecuada.

Es tarde y me voy a dormir con tristeza, porque contemplo un país degradado en todos los órdenes, un país en el que no quiero vivir y mucho menos que mis hijos se críen en el. Me voy a dormir con la tristeza de saber que el tren ha pasado y ya no volverá.

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