viernes, 3 de octubre de 2008

Ilusionismo Politico



El ilusionismo consiste en llevar a cabo un acto determinado para que el público crea ver lo que en realidad no está viendo. No es Magia, sino el arte de crear una ilusión, óptica o de otro tipo. Por regla general se utiliza como entretenimiento y parte del sabor esta en intentar descubrir como es el “truco”.
La clase dirigente argentina, empeñada en entretener a su pueblo, se empeña día a día en crear el mejor truco, la mejor ilusión. Pero el buen ilusionista es el profesional, el que conoce las técnicas, el que a fuerza de practicar la ilusión o el truco termina ejecutándolo tan bien que nos deja con la intriga del “como”. A diferencia de esos profesionales del entretenimiento nuestros políticos de alto rango improvisan, van dando, como se dice, palos de ciego (en el país de los ciegos…)
Así nos despertamos un día y nos anuncian que podremos llegar a Rosario en un par de horas (hubo otro presidente que dijo que iríamos a Japón en un abrir y cerrar de ojos, subiendo a la estratosfera) no importa que tardemos lo mismo para llegar a Once desde Castelar. Y como si eso fuera poco, se nos dice que “no le va a costar nada al país” porque lo haremos con un crédito a treinta años, claro no pensamos pagarlo.
Otro día nos enteramos que como somos un país serio pagaremos nuestras deudas al Club de Paris. No sabemos cómo ni cuándo (creame, no se pagara nunca) pero lo anunciamos.
Pero no solo a nivel nacional tenemos ilusionistas de pacotilla, también a nivel regional. Entonces aparece el Jefe de Gobierno y nos promete que la red de subtes de Buenos Aires va a ser como la de Londres y no tendremos ya necesidad de usar nuestro asqueroso auto para ir a trabajar. Pero nuestro querido Jefe de Gobierno olvido prever con que pagaría esa obra y llegados al punto nos dice que no podrá hacerlo. Y puestos a ilusionar y como no podremos contar con el Underground entonces nos dedicamos a crear carriles exclusivos para el transporte público. Si, esos mismos que ya existían y nadie respetaba. Los volvemos a crear (si es que se puede crear algo que ya existe) y gastamos dios sabe cuánto. Pero es solo una prueba, una más, para ver si se ordena el tráfico de Buenos Aires.
Y nunca falta el que se cree el David Coperfield de los ilusionistas y nos dice que para festejar el bicentenario (que alguien me explique qué festejamos) haremos una obra monumental, como el BigBen o la Torre Eiffel para que Argentina ocupe en el inconsciente colectivo mundial el lugar que se merece.
Ilusiones. Entretenimientos.
Por regla general uno busca un entretenimiento para salir de la rutina, para dejar de lado las historias del trabajo o los problemas económicos. Y aquí está el meollo. Los ilusionistas intentan que nos olvidemos de las valijas misteriosas, de las sequias históricas, de la inflación, de la inseguridad, de los miles que sobreviven al castado de las vías, del ejercito de cartoneros que cada día recorre los centros urbanos en busca de desperdicios para poder comer, de los pueblos originarios que son despojados de SUS tierras y de mil cosas más.
El problema es que no son profesionales, improvisan y los grandes anuncios duran menos que un presidente en la crisis del 2001.
Ahora viene otro paro del campo y me pregunto: No será otra ilusión?